martes, 15 de mayo de 2012

AL MAESTRO CON CARIÑO

El maestro, un personaje CRUCIAL en nuestra formación académica. Conocido como maestra, maestro (en escuela de gobierno) o Miss y Profe (en escuela de paga). Yo tuve Maestro.                                                           Algunos de ellos fueron los que cimentaron la casa del conocimiento en la cual vivimos ahora, otros pasaron sin pena ni gloria en nuestras vidas. Hubo de todo, estaba el Superman, la Vaquita, el Lobo, el Agruras, el Brujo, la Fanta, you name it. Obviamente cada generación es diferente, como alumno y como maestro, en esta época ya me imagino, los alumnos le han de ir a enseñar a los maestro, ya que son más avanzados, dicen, así se premia a la irreverencia en estos días.                                                                                           A mí me toco ser educado por la vieja escuela, y recuero con mucho cariño a Vicentito, fue mi maestro desde 2º de primaria hasta 5º, gracias a él estoy donde me encuentro ahora (cuando debería de tener una maestría, un doctorado o por lo menos una licenciatura) ¿porque lo digo? Por que era un viejito nostálgico que se la pasaba contando historias de su vida, en lugar de enseñar lo que el programa escolar dictaba. Nacido en 1902, tenía todo un historial que contar, pero no cultural, nooo!!! Si no de su vida y sus andanzas, y pobre de ti si no ponías atención, usaba los antiguos métodos medievales de enseñanza, ejemplo: Enterrarte su uña en la oreja, jalón de patilla, te aventaba el borrador, reglazos en las manos, le daba nalgada a las niñas. Temprano cuando llegaba, traía una rama que había recogido en el camino y la sumergida en una cubeta con agua, para cuando te encontrabas distraido menos de un segundo, de tremendo reglazo en la espalda, te regresaba a la realidad y si eras niña en las piernas. Todo un inquisidor de la educación.
Los lunes eran muy peculiares, tenías que poner especial atención a su muy limitada plática, ya que de no hacerlo, se curaba la resaca del fin de semana atizándote unos palazos, para mejorar tus niveles de concentración. Fomentaba el hábito de la lectura, pasándote al frente de tus compañeros a leer por lo menos una hora, tiempo suficiente para echarse una buena jeta y no ser molestado. Yo era de sus consentidos, ¿cómo lo sabía? Fácil, eras el elegido para vender sus paletas de hielo a la hora del recreo, y cuidado si no te salían las cuentas de la vendimia, no te la acababas en regaños y jalones de oreja (obvio, de jugar en el recreo ni hablamos, de ahí que fuera muy inquieto a la hora de la clase). Y no crean que por ser  el ¨conse¨ no te pegaba, la vara del conocimiento no distingue privilegios. Afortunadamente esas prácticas ya no existen, y sé que a muchos de ustedes todavía les toco ser educados así, se decía que ¨las letras con sangre entran¨. Yo no comparto ese dicho, pero recuerdo a mi maestro con mucho cariño (a pesar de las madrizas que me daba), ese fue el maestro que me toco en su momento, y le mando un saludo en cualquier parte del infierno que se encuentre jajajajajajaja.

1 comentario:

  1. :D hehehehehehehehe...yo también recordaría a un maestro así

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